La exitosa combinación del perfeccionismo en la confección de Dolce con el espectáculo estilístico de Gabbana ha convertido la marca en un puntal de nuestra época, tan obsesionada con los famosos, y la ha hecho tan prestigiosa como las estrellas del deporte, la música y el cine a la que visten. Doménico Dolce nació en 1958 en una familia siciliana; su padre, sastre en Palermo, le enseñó a hacer una chaqueta antes de cumplir los 7 años. Stefano Gabbana nació en 1962, hijo de un tipógrafo milanés. Pero fue Sicilia, tierra de Dolce y lugar de vacaciones preferido de la infancia de Gabbana, la que los unió desde que se conocieron y les ha proporcionado una referencia para sus conceptos estéticos: la tradicional muchacha siciliana (medias negras opacas, encajes negros, faldas campesinas, chales con flecos), la provocativa mujer latina (corsetería, tacones altos, ropa interior empleada como prendas exteriores) y el gángster siciliano. La fascinación que produce Dolce & Gabbana radica precisamente en la fricción entre estos polos opuestos: masculinidad/feminidad, suavidad/dureza, e inocencia/corrupción.
A cargo de un imperio que cuenta entre otros con la línea juvenil de D&G, ropa infantil, trajes de baño, ropa interior, línea de óptica, perfumes, relojes, complementos y una distribución internacional a través de sus propias tiendas, Dolce & Gabbana no son ni mas ni menos que la locomotora de la moda italiana.